El rincón obscuro de mi alma...

Perpetua noche donde revolotean las luciérnagas, esas que con famélica luz verdosa, iluminan de vez en cuando; las esquinas innacesibles que hay en mi interior.



martes, 14 de julio de 2009

Remision

Sabor a metal en los labios saboreó, al compás sombrío de la música que indicaba, que aquella pieza estaba por terminar y con ello, su actuación se encontraba cada vez más cerca.

Danzaba una pareja entre sombras inteligibles, el varón acaparó rapidamente la atención de la artista que esperaba austera el prólogo a su interpretación; alto, de espigada silueta, ancha espalda cubierta parcialmente por los rizos obscuros de sus largos cabellos, sobrepuestos al atavío victoriano de olanes y encajes ostentosos, aún así lucía espectralmente atractivo, pálido... de ojos abismalmente obscuros, la vió directamente mientras giraba a su acompañante al compás de la música.

Sonrió con coquetería mientras se inclinaba siguiendo la música, los olanes que a sus muñecas se aferraban compaginaban con el vestido pomposo de la pareja de baile, una mujer de ceñido talle a la cual jamás pudo ver de frente parecía no tener rostro.

Finalmente apenas por concluir la pieza que bailaban, la artista les desplazó hacia un lado del salón, amplio con decoraciones antiguas, un gran candelabro sobre su cabeza señalaba el centro donde habría de dar rienda suelta a sus dones, así comenzó una música de sutil delicadeza; perdió de vista a la pareja, inquieta por la mirada penetrante de aquél hombre. Entonces las manos níveas comenzaron una danza que acompañó los acordes de una orquesta invisible, delicadas las puntas de sus pies hacían giros y figuras en el aire, repasando una y otra vez las baldosas brillantes de aquél piso color carmín.

Producto de una ensoñación vuelta realidad la música arreció marcando la entrada para su voz, en ese momento el turgente pecho aprisionado por el corset obscuro; sintió una intensa angustia ante su iniciación. Entre los giros observaba al joven que extasiado disfrutaba el espectáculo; comenzó a cantar entonces, dejando salir el sentimiento de impotencia que burbujeaba en sus ojos, miró entonces hacia donde el gran candelabro encandiló sus ojos.

¡Llevame!... ¡Llévame por favor!....

Gemía el coro metálico de aquella canción que provenía del interior de su alma, gritando en ese canto a la autoridad suprema en la que ella AUN creía, implorándole secretamente que ojalá pudiera escucharla; detrás de esos matices grises de perfectas gracias, rogaba que se la llevara antes de que quedara sumida en aquél mundo, de placeres fariseos y obscuridad eterna.

Habría llorado si esque hubiere podido, la fuerza que la mantenía completando el ritual era más fuerte que su cuerpo pero no más que su corazón, aquél que hacía florecer la letra que tan exquisitamente era disfrutada por el misterioso espectador sin que este lograba atizbar en la letra, la desgarradora desesperación de la bella autora, pensando quizá que aquél desesperado ruego fuese la invitación que él necesitaba.

El baile y la música concluyeron cuando la artista, en un giro quedó cabizbaja con las rodillas al piso; un pomposo vestido la cubría de una elegancia que parecía haber adquirido durante el desarrollo del baile y la canción. Tenía los ojos cerrados, apretados con fuerza quizá; intentando mantener el ínfimo resquicio de esperanza mientras aún se mantuviera en el aire el eco de la última nota del último compás. Pero, entre esa obscuridad la efigie del gallardo era la única clara; aquél que fascinado alababa la danza recién concluida y glorificaba en un aplauso la sentida canción que elucubró la desconocida, detrás de él la acompañante de talle ceñido se mantenía sin rostro y comenzó a unirse a las sombras inteligibles en cuanto él caminó alejándose de ella en dirección a la artista, saboreaba en ese brillo de sus ojos profundos el manjar que presto, parecía tener a su disposición de ahora en adelante.

Ella tenía miedo de levantar el rostro sin poder llorar o sonreír, cortándose el suspiro en su marchito pecho mientras el último hálito de su corazón, se escuchaban claro en sus oídos, 3 latidos más.. cada vez más lentos acercándose a su final, con cada uno la esperanza a cuentagotas se extinguía y, con ello la vida de humanidad en condena, al destino se rendía por toda la eternidad.

..Hermosa!!!, Soberbia!!!....

1..."Ojalá hayas escuchado mi ruego..."

... No puedes evitar lo inevitable ...

2..."¡Por favor Señor! antes que sea tarde te lo suplico!!!!....."

... Me deseas, no puedes evitarlo... ya eres mía...

3..."Remisión..."